“El desconocimiento del nombre del autor no presupone la menor depreciación de una obra”.

Virgen del CarmenEn el Museo del Prado de Madrid además de muchos lienzos de escuelas llamadas inciertas figuran 62 obras anónimas de la escuela italiana, 67 de la española y 148 de las germánicas que comprenden la flamenca, holandesa y alemana, sin que este conjunto de 277 piezas menoscaben la importancia del tesoro artístico allí reunido.

En la Villa Imperial como en otras ciudades, los artistas de siglos pasados cifraban mejor la autenticidad de sus obras
en lo personal del estilo, aspecto que culminó con la acreditación y el prestigio de la Escuela Potosina.

Por supuesto, la sorprendente explotación de la vetas del Cerro Rico, origino una urbe opulenta.
La plata generaba toda clase de actividades, desde las comerciales hasta el buen vivir que significaba transplantar de España lujos y  normas sociales.

Es interesante, por ello conocer por ejemplo, que  en 1758 Juan Gaspar Salazar y Francisco Guerra, "El Mozo", se comprometen ante Juan de Camanzas cumplir con la obligación que tenia Pedro Rodríguez de traer en su ganado desde el puerto de Arica un conjunto de pinturas especificadas así: “ocho piezas de imágenes de pincel al óleo que son dos Ecce Homos y dos Cristos con sus puertas, una imagen de Nuestra Señora con un niño y otras dos imágenes de la Magdalena  y otra imagen de San Dunio de la Cruz, puestas todas en sus tablas grandes aderezadas todas y entregarlas en esta dicha villa a Juan Camanzas, hasta mediados del mes siguiente bien acondicionadas según y de la manera que el dicho Pedro Rodríguez las recibió en el dicho puerto de Arica del dicho Juan Camanzas,”.

Las pinturas mencionadas eran anónimas, procedían de España.

La Sagrada FamiliaPodría decirse que con el anterior contrato, que se remonta a los 33 años del comienzo de la extracción de la plata del monte generoso. Se  inició el creciente comercio de obras de arte de excelente acabado desde Europa a la villa potosina.

Las escuelas artísticas de Flandes, Italia y España, inician su influencia en la extensa y activa Audiencia de Charcas creada en 1559.

Los acaudalados mineros o azogueros y las diferentes iglesias y conventos recurrían a Europa para adquirir obras de arte, a la par que poco a poco surgieron reconocidos maestros locales en tan creciente centro urbano que se constituye en el  nervio del Reino.
 

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